A altas horas de la madrugada de la última noche invernal, mientras permanecía profundamente cobijada en la cálida manta de mis sueños, extrañas cosas comenzaron a suceder en los alrededores del jardín. Ni los suaves pasos que Flora, el Hada de la Primavera, daba por los verdes prados mientras llenaba de mágica belleza el entorno, o los joviales cantos, bailes y jubilosas risas que venían desde un corro de hadas que celebra su llegada, me hizo despertar de aquel profundo letargo en que me encontraba sumida.
Sin embargo, y de una manera inexplicable, a través de una especie de lúcido sueño logré visualizar la alegría de los festejos que habían comenzado desde esas tempranas horas, mientras una miríada de seres, que jamás había visto gritaban al unísono con agudas vocecitas: ¡¡Flora ha llegado, Flora ha llegado!!.
Ya al despuntar el alba y al abrir perezosamente mis ojos, vi que una brillante luz se filtraba por una abertura de la cortina, y al asomarme por la ventana todo parecía muy diferente al día de ayer, provocándome una dulce sensación que recorrió todo mi cuerpo; ¿Por qué mi corazón se alegra con este esplendor?. Ah!!.. y ese aroma que me embriaga cuando el viento agita sus alas, ¿A qué se debe?…

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… ¡¡Es ella!!, ¡¡es ella que pintó todas las flores antes de tu despertar!!, me gritaron las mismas vocecitas que parecían seguir festejando en mi jardín. ¡¡Despierta, despierta pronto, Flora ha llegado, quiere conocerte y una flor para tu cabello ofrecerte!!

 

 

 

¡¡VENDIDA!!

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